TRES CLAVES PARA CONECTAR CON TU HIJO

Cada semana, lo habitual es que las familias os encontréis con diferentes profesionales que ven a vuestros hijos/as. Trabajan con ellos, os cuentan lo que han practicado (a veces vosotros mismos lo veis entrando a la sesión) y, además, os dan alguna recomendación sobre qué hacer para estimular la comunicación y el desarrollo del lenguaje desde casa

Suelen ser recomendaciones relativamente fáciles de seguir una vez que has conseguido sacar ese tiempo para sentarte con tu hijo/a.

Unos minutos libres dentro de todas las tareas que, en el día a día, se nos plantean a madres y padres (meriendas, duchas, deberes, la casa, etc.). A veces, simplemente, encontrar ese momento ya supone un éxito, pues no es nada fácil.

Y te encuentras frente a él/ella, preparado para poner en marcha todas las nuevas estrategias. Esta semana te han dado buenas ideas, y además has comprado ese juguete tan divertido que habías visto en la tienda. Un tobogán con los animales favoritos de tu peque, que además hace esos saltos tan graciosos al final.

Sacas el juguete, bien, le ha gustado, viene feliz a descubrirlo. ¿Y ahora por dónde empezar? ¿Intento que me mire? ¿Le nombro los animales? ¿O mejor sólo los sonidos que hacen? Vaya, ha sacado todos los animales y se ha ido a ordenarlos por colores, ¿mejor entonces le enseño primero cómo funciona el juego? Porque desde luego así no es.

Parece que todas las recomendaciones que te han dado funcionan, ahora tienes buenas ideas para poner en marcha. Pero a veces, es difícil ordenarlas y podemos sentirnos algo confusos a la hora de decidir cómo actuar.

¿Te has sentido así alguna vez? Si es así, continúa leyendo, porque te vamos a proponer unas claves que quizá te puedan servir la próxima vez que te pongas a jugar con tu hijo/a.

Observar, esperar y escuchar

Observar:

Muchas veces, cuando proponemos a un niño/a una actividad, los adultos hacemos grandes esfuerzos para que le resulte atractiva. Si, por ejemplo, traemos un juguete nuevo, se lo mostramos, lo abrimos, le enseñamos como funciona, jugamos primero para que lo vea y mientras tanto vamos narrando todo lo que hacemos y haciendo de vez en cuando alguna pregunta para comprobar que el niño/a nos presta atención. Es verdad, que eso puede resultar interesante y divertido para nuestro pequeño/a compañero de juego. ¿Pero qué pasa con la comunicación?

Imaginemos que cuando estamos interactuando con otra persona, tenemos un “espacio de la interacción” que llenar juntos. ¿Qué pasa si nosotros ocupamos todo ese espacio? Nuestros hijos/as van a tener menos oportunidades para expresarse. Si además se trata de un niño/a con dificultades de comunicación, no se lo estamos poniendo fácil.

Así que os proponemos que hagáis algo, aparentemente sencillo y que luego en la práctica a veces resulta algo más difícil: NADA. En realidad, no se trata de no hacer nada, pero sí de deteneros, dejar de decir cosas, de actuar, de proponer, etc., y en su lugar, empezar a mirar a vuestros hijos/as. Comenzad a observar.

Observar os va a permitir saber qué es lo que más llama la atención de vuestro hijo/a, cómo le gusta jugar, qué expresiones faciales o gestos utiliza y qué puede querer decir con ellos. Si detenéis un poco vuestra actividad y fijáis vuestra atención en todos estos aspectos, podréis obtener una información de gran valor que os ayudará a saber cómo utilizar mejor todas las demás herramientas que estáis aprendiendo y que os ayudarán a vosotros y a vuestros ellos/as a conectar y comunicaros mejor.

 

Esperar:

Una vez que habéis frenado ese primer impulso de contar, explicar, preguntar, etc., mientras observáis cómo actúa vuestro hijo/a, tendréis que darle tiempo. Eso quiere decir, que seguiréis sin hacer nada más que esperar a que sea vuestro compañero de juego quien haga algo.

Cuando comencéis a practicar esta estrategia, el tiempo puede parecer pasar muy lento. Sin embargo, esperando, estaréis permitiendo a vuestro hijo/a expresarse y podréis reaccionar a cualquier gesto, sonido o palabra que exprese de forma espontánea.

Y de pronto, la comunicación habrá comenzado a cambiar, vuestro peque ya no estará respondiendo a vuestras instrucciones o propuestas (con un papel más pasivo) sino que será él/ella quien comience a iniciar una interacción (al principio más o menos intencionadamente) y algo fundamental, estará aprendiendo que cuando se expresa, vosotros respondéis y se inicia una conexión entre vosotros.

 

Escuchar:

Escuchar quiere decir, que vais a prestar atención a todos los sonidos, pseudopalabras o palabras, incluso a aquellos gestos que puedan tener un significado dentro de la situación en la que os encontréis.

Escuchando y respondiendo ante estas diferentes formas de expresarse, vuestro hijo/a va a sentir que puede comunicarse con vosotros. Observar previamente os permitirá responder ante estas expresiones haciendo una buena interpretación sobre lo que podrían querer decir.

Podéis responder mostrándoles el modelo de lo que ellos/as podrían decir en esa situación, o bien ofreciéndoles una respuesta sencilla que ellos/as puedan comprender.

¿Qué os parecen estas ideas?

Juntas, forman la estrategia OEE (observar, esperar y escuchar) que os propone el programa Hanen “Más que palabras”.

Si queréis ampliar información sobre esta herramienta o aprender otros muchos recursos, poneos en contacto con nosotros a través de nuestro correo.